¿Qué harías si te dijera que las probabilidades de contagiarte con el COVID 19 son estadísticamente remotas si respetas el distanciamiento social, pero que la probabilidad de que TÚ seas una fuente de toxicidad en tu hogar se hace cada vez más alta?
Voy a dejar mi pregunta inicial al margen durante un momento.
Antes, quiero preguntarte algunas cosas diferentes.
¿Has sentido recientemente una caída en tu ánimo, tu energía o tu motivación?
¿Te has sentido con cierto tipo de desasosiego, mental o físico?
¿Has sentido algún tipo de fastidio por el hecho de “perder tu libertad” como consecuencia del distanciamiento social y de las consecuencias económicas que esto sin duda conllevará?
Pues, ¿sabes qué?
¡Estás en todo tu derecho!
Tú, y miles de personas alrededor del mundo están sintiendo exactamente lo mismo.
Se supone que la gran mayoría comprende el propósito mayor y la importancia de este proceso de cara a controlar la pandemia y salvar la vida de millones de personas.
¡Seguro!
Pero eso no quita que sintamos lo que sentimos a nivel individual.
Largas semanas de encierro involuntario, sumadas a la incertidumbre profesional y laboral y las aparentes pocas opciones para buscar una solución dejan mella en nuestros espíritus.
En muchas personas, las ganas de descargar sus frustraciones en redes sociales y al interior de sus hogares empiezan a aflorar.
¿Verdad o no?
Es más, en muchos de nosotros empiezan a subir las ganas de buscar culpables, de unirnos en las voces que proliferan en redes sociales y grupos de whatsapp contra el Gobierno, por todos sus habituales desaciertos, contra las autoridades en general por su falta de inteligencia, contra los conciudadanos por su falta de consideración y civismo, contra la conspiración mundial de moda o contra el Universo en general, por llevarnos a esto…
A mi me parece justo y muy válido que te sientas así y tengas ganas de explotar.
Es tu derecho.
Sin embargo, antes de que tomes la decisión de desahogarte y hacer una masiva catarsis, quisiera invitarte a un ejercicio un poco diferente.
Quisiera invitarte a cambiar los zapatos que estás utilizando por un minuto.
Vamos a hacer un viaje en la máquina del tiempo
Quiero que hagas el esfuerzo de imaginar que retrocedemos el tiempo en, no sé, 20, 30, 40 o 50 años.
Imagina que llegas a la casa de tu infancia y allí estas tú, con 8 o 9 años de edad.
Abres la puerta principal, cruzas la sala, un pasadizo, un vestíbulo. Sigues avanzando y ¡sí! ¡Allí está! ¡Tu habitación!; tus juguetes, tu Atari o tu Nintendo, tu bici, tus muñecas o peluches, tu pelota, tu cajón favorito – Dinky Toys o Hot Wheels – tus Barbies o tus Repollitos.
Pero no solo eso. Pasas por la sala o la cocina y allí están tus padres. O tal vez sólo tu papá o tu mamá o tu abuela, quien sea que te haya cuidado y criado.
También están tus hermanos o tus primos, si los tuviste.
Estás de vuelta en una época sin responsabilidades reales, en las que las palabras "Inflación", "Ministerio del Interior" o un "Paquete de Reactivación" no tendrían ningún significado para ti.
Es muy probable que durante tu infancia hayas sobrevivido a alguna crisis importante de la que ni te enteraste. La crisis de la deuda, las hiperinflaciones de los 80, la crisis mexicana, rusa o el crash del 2008. En fin, los clásicos ciclos económicos. Bastante más "permanentes" que "cíclicos" en la mayoría de los países de nuestra región. Si tuviste 8 o 9 años durante estas crisis, ni te enteraste. Ni te importó.
En esa felicidad de volver a sentirte niño, quiero que imagines que un día estás en casa y tus padres se acercan a ti y te dicen:
"Hijo, a partir del lunes no hay colegio. Harás tus clases en casa."
Te pones feliz, obviamente.
Pero con un poco de dudas, preguntas: "pero, ¿por qué?
¿Qué hice?"
"Por el Coronavirus", responde tu padre con voz grave.
Sí. Quiero que imagines que esto no pasó en el 2020, sino en 1978, ’84, ‘93 o cuando sea que hayas tenido 9 años.
Uno de mis recuerdos más intensos a los 9 años es que alternaba ir a mis clases de tenis con ver mi mundial favorito de siempre: México 86 (con Maradona, Platini, Sócrates, los belgas y mi ídolo Lothar Matthäus)
Imagino (en mi caso) con un nudo en el estómago, que no solo que no voy a ir al colegio, sino que ¡no habrá Mundial de México!, ni clases de tenis, ni jugar pelota en el parque. No más. ¡Qué tristeza!
Y empieza la pandemia…(insisto, no hoy, sino cuando tenías 9)
Ahora imagina a tus padres.
¿Qué esperarías de ellos?
Tienes 9 años, todavía son tus ídolos, la adolescencia y toda tu rebeldía están lejos aún. Ellos constituyen tu roca, tu fundamento, esa muralla de protección que impedirá que nada te dañe.
¿Cómo esperarías que manejen esto que es desconocido para ti? Bueno, para ellos también, pero eso tú no lo sabes y ellos son grandes.
Siempre te han protegido, pero ahora empiezas a escuchar cosas que nunca habías escuchado antes y a percibir un estado de ánimo que no conocías.
Escuchas que tu abuela está muy asustada. Ya no almorzarán con ella el domingo.
Tu papá dice que perderá su trabajo y que quizás pierdan la casa. Los escuchas hablar de que cientos de personas están enfermas y que se están muriendo - en tu pequeña cabecita de 9 años, cientos de personas es más o menos toda la población mundial. Ves que tu mamá se tira a la cama y no quiere levantarse y dice que es el fin del mundo y que mucha gente que conocemos va a morir.
Y así, pasan los días.
Tu papá está todo el día en casa, leyendo diarios y escuchando la radio. 1000 contagios, 2000 contagios, 3000 contagios, 20 muertos, 100 muertos, 500 muertos y lo ves triste, sin afeitar. Descuidado.
Cada vez que te acercas a donde están ellos conversando, fingen una sonrisa, le bajan el volumen a la radio susurran: “Shh baja la voz que ahí viene Pepito; o Anita o Tomasito” Ponle tu nombre a la frase.
Pero no se dan cuenta que tú los has visto durante todo el día. En detalle.
Sientes su miedo, su angustia y su dolor.
No se dan cuenta que ese miedo y dolor en ti, que solo tienes 9 años, es un gigantesco pánico y angustia.
Además, están más sensibles. Pelean más. Se enojan más contigo. Te tienen cada vez menos paciencia.
Por las noches, no quieres dormir solo. Abrazas a tu osito de peluche o a tu mantita y sueñas que un Coronavirus con forma de Zombie aterrador entra por la puerta de tu habitación para comerte.
Cierra los ojos, por un momento, y trata de sentir la angustia de un niño de esa edad.
Quiero que sientas la impotencia de imaginar a tus padres derrumbándose y cómo eso te hubiera marcado en la vida.
Tú sabes que muchas de las veces que los veías y los escuchabas eras invisible para ellos. Ellos, ni cuenta se daban de que estabas allí, o simplemente creían que no escuchabas o no entendías. Y tú sabes que sí escuchabas y que sí entendías.
Igual que tus hijos hoy, cuando te escuchan a ti.
Ahora adelantemos el tiempo a Abril del 2020. Hoy.
La pandemia está aquí. Es real.
Quiero que veas a tus hijos o a tu pareja o a tus padres o con quien sea que vivas.
Ponte en sus zapatos e intenta sentir lo que ellos sienten o sentirían si tú te derrumbas. O, peor aún: CUANDO te derrumbas.
De eso se trata la Mentalidad del Modelo a Seguir.
¿Tienes claro que hay alguien que te está observando? ¿Todo el tiempo?
¿Te has puesto a pensar que la Paz Mental de otros depende de tu propia Fortaleza Emocional? ¿Lo has reflexionado?
¿Quiénes cuentan con que seas el bastión de su seguridad y tranquilidad hoy?
¿Tus hijos? > ¡de hecho!
¿Tus padres? > ¡seguro! Ellos son mucho más vulnerables que tú.
¿Tu pareja? > ¡no lo dudes! Ella o él esperan superar esto contigo. Te necesitan fuerte para no derrumbarse ellos mismos.
La gente te observa y te necesita. Pero no se trata de cualquier persona. Es tu entorno directo. Tu círculo más cercano. Aquellas personas que son lo más importante que tienes y que tendrás en tu vida. Para siempre.
Vuelvo al inicio de este Blog y te llevo a la reflexión. Espero que no seas TÚ la verdadera fuente de Toxicidad en tu casa.
¿Lo tienes más claro ahora?
Yo solo quiero invitarte a pensar y a reflexionar un poco.
¿Quien me necesita en mi mejor versión?
Anota ahora mismo sus nombres en una hoja de papel, en cualquier libretita. En una servilleta, quizás. Solo quiero que observes sus nombres allí. Escritos. Que calen en tu corazón.
Hoy más que nunca, estás TU llamado a ser el eje de tu entorno. Eso significa ser la fuente de energía, de altas vibraciones, de conexión en casa.
Ser aquél que trae la esperanza, la paz mental y una visión alentadora respecto del futuro.
Hoy tenemos la gran oportunidad de ser un verdadero ejemplo. Ser los Líderes que podemos llegar a ser.
"Por qué si naciste con el Corazón de un León, debes conformarte con vivir como un Ratón" - Brendon Burchard
¿Quieres que tus hijos te vean tumbarte en el sillón todo el día a ver Netflix y tomar cerveza, quejándote de todo y maldiciendo tu mala suerte?
Yo prefiero que me vean enchufado, aprovechando el tiempo. Haciendo cualquier cosa que sume a mi futuro YO:
Trabajando duro pese a todo
Entrenando y ejercitándome a pesar de la falta de espacio
Leyendo más libros y continuando mi educación
Desafortunadamente, durante los últimos días, he visto y escuchado algunas cosas que me decepcionan bastante.
En una de mis redes, alguien compartió un meme, gracioso por cierto, pero lo que decía en el fondo era: “Escuchar tanta tontería sobre el optimismo, aburre.”
¿De verdad?
Yo creo que es completamente al revés. ¡Los pesimistas son los que aburren!
Los pesimistas y fatalistas son la abrumadora mayoría. Encima, cuentan con todo el entusiasta apoyo de las redes sociales y los medios de comunicación. El pesimismo está a la orden del día.
No veo cómo el optimismo pueda ser tóxico.
No veo como una visión proactiva de cara al futuro pueda ser peor que sentir que el mundo se va a terminar.
No puedo entender cómo elegir vivir tranquilo puede ser peor que elegir vivir alterado, asustado y angustiado. No lo entiendo.
Sí. Muchas cosas van a cambiar. Pero podemos adaptarnos. Si ya sabemos que se viene un cambio fuerte, ¿no es lo racional ir planificando y armándonos para hacerle frente?
Uno puede tener compasión y empatía con las víctimas reales y las personas en mayor riesgo. Sin duda. Pero victimizarte no te hace víctima real.
No cometas el error de confundir la empatía con la mimetización. Se trata de entender al resto, a los que sufren verdaderamente, no transformarte en uno de ellos.
Mimetízate con los que piensan en resolver el problema, no con los que se ahogan en él.
Todos sabemos quién ganará al final y quién será el que solo ponga excusas.
"Aquellos que dicen que algo no podrá hacerse, no deberían interrumpir a quienes lo están haciendo." - Proverbio Chino
El optimismo podrá ser monótono, pero créeme que serán los optimistas los que rían al último. No lo dudes.
Iniciemos el contagio positivo. Contagiemos a la gente de esperanza y de alta vibración. Compartamos la lectura de las oportunidades que se abren. Compartamos nuestras historias de éxito.
Estuve leyendo diversos estudios económicos con estimaciones y proyecciones de cómo se comportará la economía, los diferentes sectores y la conducta del consumidor en los próximos meses y años. Cuando uno empieza a conectar los puntos, las oportunidades saltan a la vista.
Conversaba recientemente con un viejo amigo mío, que tuvo un gran éxito con su empresa en el sector turismo. Él fue capaz de llevar su sueño a la realidad con tenacidad e inteligencia. Ese sueño y largos años de esfuerzo, se esfumaron en pocos días debido a la crisis sanitaria.
Él, lejos de estar derrumbado me dijo: "lo que logré en estos años es armar una red turística de colaboración construida sobre la confianza, la ética y la calidad de los que hacíamos. Esa red está intacta hoy. Voy a reconvertir el negocio turístico en algo que sirva para atender esta crisis y lo que se viene. El turismo terminó por un tiempo, pero la red, la confianza y las buenas relaciones están allí. Intactas." - me dijo.
Yo lo escuchaba con admiración y pensaba: "He aquí alguien, que acaba de perder el negocio en el que invirtió su vida. En la industria que más golpeada quedará por esta crisis, y ya tiene configurada la solución en una oportunidad buenísima.
¡Qué inspiración!
¡Y la cuarentena ni siquiera ha terminado!
No tengo la más mínima duda de que le va a ir extraordinariamente bien.
Ser optimista, tener una visión de oportunidad respecto del futuro, no significa vivir bajo el arco iris de una frívola utopía.
¡Para nada!
Se trata de controlar las emociones, de asumir nuestro rol protagónico en las vidas de quienes nos rodean y de poner el cerebro a trabajar y de encontrar la salida a los problemas que se avecinan. Van a surgir innumerables oportunidades. Va a depender de ti verlas. No digo que vaya a ser evidente o sencillo, pero si de algo puedo estar seguro es que si no asumes tu rol y el liderazgo que te debes a ti mismo y a tu familia, nunca las verás.
Y puedes llorar por tu destino preconcebido. Pero la verdad va a ser que TU serás el único culpable. Tú forjas tu destino. Y tu realidad futura va a ser la única y sola consecuencia de las decisiones que tomes hoy.
Sé aquella fuerza que promueve la unidad, la unidad alrededor del optimismo, de los planes, de la seguridad de saber que al final del día, se va a estar mejor.
Como siempre en la historia.
"No puedes controlar lo que no está en tus manos, pero sí puedes controlar cómo te adaptas al entorno."
La única manera saludable de entender esta crisis es adoptar esta mentalidad. Asumir la responsabilidad de que eres un Modelo a Seguir para quienes te rodean. Si logras inspirar a más gente para que piense de esta misma manera, pues tendrás a quien recurrir cuando te caigas.
Y solo puedes ser un Modelo a Seguir para otros, si PIENSAS de una manera positiva y empática, si PASAS A LA ACCION de manera efectiva y si te COMPORTAS como un verdadero ejemplo.
La Mentalidad es el punto de partida, porque cuando curas tu mente, curas tu cuerpo y eso es lo que irradias. Se nota.
Y en un ambiente más saludable la inspiración aflora y los problemas se resuelven.
Cuando esta crisis termine, ¿Cómo quieres que te encuentre? ¿Acabado, cansado y decaído, con tu familia enferma de crisis emocional?
O de pie, con las botas puestas y el cuchillo entre los dientes.
Tú decides.
No te arrepientas.
Que tu historia sea la del héroe que pese a su dolor, sus dudas y sus miedos se sobrepuso e hizo que el sacrificio y el esfuerzo valieran la pena y sumaran valor:
A su vida
A su carrera
A su salud
A su familia
A su futuro
Antes de terminar, quisiera pedirte algo.
Ayúdame a iniciar un contagio positivo más masivo.
Ingresa a Facebook, anda a la página de Esteban Bedoya Oficial, y busca este post. Deja en él algún comentario sobre lo que a TI te ha servido para poder ser un buen ejemplo en casa, a pesar de la crisis y las complicaciones.
Escríbela y ayúdame a que más gente se libre de la toxicidad y promueva el contagio positivo.
Obviamente, compártelo con tus amigos y familiares.
Escúchenlo juntos.
Todos vamos a estar bien.
Nos vemos la próxima semana.
Un abrazo,
Esteban
Pd. Si no escuchaste mi anterior post sobre la Pandemia: "El Coronavirus No Es Hoy El Peor De Tus Males". Te sugiero no perdértelo: https://spoti.fi/3ag7DLF
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